Cuidados del caballo

El casco y el herraje.

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La gran mayoría de las consultas realizadas por los veterinarios a los caballos, casi el ochenta porciento, son en relación a sus patas.

Lo cual es muy lógico, si consideramos su peso y tamaño, mismo que se distribuye entre las cuatro extremidades, mismas que son delgadas; aunado al peso que pueda añadir un jinete, es decir que las extremidades del caballo se someten a un gran esfuerzo físico.

De ahí la importancia de tener en el mejor estado posible las extremidades del caballo.

El casco

Como dice el conocido dicho “Sin casco, no hay caballos” y efectivamente es así, la salud de los caballos se ve reflejada mayormente en sus manos y pies.

Los cascos son una parte fundamental de la anatomía de un caballo, y por ende debemos cuidarlos para mantenerlos sanos y lejos de lesiones.

Las tres principales partes del caso son:

  • La pared. Que es la zona exterior, con un crecimiento hacia abajo desde la corona.
  • La suela. Es una parte que protege el casco de lesiones, es ligeramente cóncava y muy delgada.
  • La ranilla. Cumple la función de amortiguar y facilitar que el casco se extienda y contraiga cuando el caballo se desplaza. Se debe mantener de forma permanente limpio.

El caballo al tener un jinete montado, saltar, galopar sobre superficies rígidas como cemento, estar estabulado, entre otras actividades que son impuestas por los humanos, generan un mayor esfuerzo y tensión en las extremidades de los caballos; lo que hace necesario el uso de herrajes, para evitar el desgaste del casco.

¿Cómo cuidar adecuadamente de los cascos?

Se deben limpiar diariamente los cascos, preferentemente antes de montar, ya que la adecuada limpieza del casco es de la mayor importancia; los principales problemas en los cascos se ocasionan por la falta de la limpieza adecuada de los mismos, el uso inadecuado de grasas y camas con exceso de humedad. Se debe usar un limpiacascos, siguiendo los siguientes pasos:

  • Eliminar suciedad. Se procede a eliminar a mayor cantidad de suciedad, desde el talón hacia la lumbre; se debe tener la precaución de no penetrar en las zonas blandas de la ranilla.
  • Surcos colaterales. Es el lugar en donde se acumulan en mayor medida bacterias, piedras, espinas, entre otros; por lo que se debe cuidar el aseo adecuado de los surcos colaterales de la ranilla.
  • Ranura central. Se debe examinar que en la ranura central no se presenten señas de presencia de putrefacción o de malos olores, lo que significaría con toda seguridad que existe una infección; en ese caso se debe aplicar agua oxigenada en las partes afectadas, sí como consultar con un médico veterinario o especialista.
  • Revisar. Se debe revisar que no hayan cortes ni grietas, el nivel de sequedad del casco, así como el que la herradura esté bien puesta y con el tacto comprobar que los remaches estén en su sitio.

Si realizamos estas actividades de forma diaria, podremos evitar o detectar a tiempo cualquier problema, ya que cuando se detecta el problema cuando el caballo comienza a cojear, puede tener consecuencias graves.

Otro aspecto que se debe de cuidar es la limpieza del establo, ya que los caballos deben contar con una cama seca y limpia, la humedad y el amoníaco de los desechos equinos, son altamente destructivos para los cascos.

¿En que momento se debe herrar a un caballo?

La herradura protege el casco del caballo, evita el desgaste y su deterioro; Se deben considerar varios factores, como el terreno en el que camina el caballo, la dureza de los cascos, la forma en que firma; dependiendo de lo anterior se puede determinar cuando realizar el recorte de los castos y el herraje.

Ningún caballo debería pasar de las ocho semanas sin herrar, se considera óptimo el herrar entre las 4 a las 6 semanas; si pasa más tiempo sin recortar, se puede ver comprometido el equilibrio del casco, y provocar un daño permanente en la pata del equino. Entre los factores que determinan cuando un caballo debe ser herrado nuevamente están el crecimiento del casco, el desgaste de la herradura y el ajuste de la herradura al casco.

A continuación los puntos para determinar si un herraje es correcto:

  • Los clavos son del tamaño correcto.
  • Los talones quedan perfectamente protegidos por el herraje.
  • Los remaches se encuentran a alrededor de un tercio de la altura.

Ahora bien, si el caballo se suelta junto a otros en el campo, lo más seguro es dejarlo sin herrar, ya que si uno llegará a cocear a otro con herrajes le puede provocar heridas .

 

Pérdida de herraduras

Las principales causas de pérdida de herraduras son:

  • La colocación de una herradura no adecuada por parte del herrador (tamaño).
  • Que el casco crezca sobrepasando la herradura.
  • Utilización de clavos excesivamente pequeños.
  • Que el caballo pase excesivo tiempo estabulado.
  • Lugares con barro o malas condiciones.
  • Exceso de peso en el animal.
  • Exceso de trabajo.
  • Realización de una labor no adecuada para el caballo.
  • Utilización de sillas o aparejos no apropiados.
  • El caballo presenta un temperamento nervioso o vicio de rascar y golpear contra suelo o pared.

 

Problemas comunes del herraje y sus soluciones

  • La herradura no se ha colocado plana: si se encuentra sobre un casco plano, terminarán por aflojarse los tornillos.
  • Si el casco no está plano, provocará el movimiento de la herradura alrededor del punto más alto.
  • Si las herraduras son demasiado grandes o largas (mal ajustadas); puede ocurrir que la herradura llegue a ser arrancada por otros pies del caballo o incluso por animales cercanos; también cabe la posibilidad de que se enganchen en el box o en el remolque. Para evitarlo se deberá disminuir la longitud de los callos de la herradura.
  • Si la herradura resulta, por el contrario, demasiado pequeña; no aguantarán el crecimiento del casco, provocando la ruptura de los clavos o incluso de la pared del casco. El herrador deberá asegurarse de que la herradura tenga en suficiente descanso para la expansión del casco.
  • Colocación de una herradura demasiado ligera; saltará fácilmente o se doblará. Es conveniente que el herrador utilice una herradura más pesada.
  • Pies mal aplomados: provocan que el caballo aterrice primero con una parte del casco, desplazando la herradura. En estos casos será necesario cortar el casco.